Ruta de los Mineros de Órgiva
Publicado por Antonio J. Puerta en 10 marzo 2008
Este sendero no es nuevo, de hecho es el camino que utilizaban cada día los mineros de Órgiva que subían a trabajar a las minas de Sierra de Lújar, de las que se extraía plomo y plata. Este tortuoso sendero era utilizado diariamente por los mineros que subían a extraer el mineral acompañados por sus bestias de trabajo y aprovechaban el viaje de vuelta para recoger leña para sus hogares. El sendero está señalizado y durante su recorrido encontraremos paneles informativos que nos contaran interesantes cosas sobre la minería y la vida de los aguerridos hombres que trabajaban en Sierra de Lújar.
La ruta se realiza en aproximadamente dos horas y un poco y su dificultad es media. El trazado consta de tres partes. Un primer tramo de subida suave, un segundo segmento de ascensión más pronunciada y, finalmente, y tercer trozo que es muy duro. Mientras lo subía recuerdo que mis palabras fueron: “esto es criminal”.
El sendero comienza al pie de Sierra de Lújar, justo al comienzo del carril que sube a las minas. Podemos acceder a este punto fácilmente en coche. Salimos de Órgiva por la carretera A-348 en dirección a Motril, cogemos el “puente de los 7 ojos” y a su salida giramos a la derecha, recorriendo un par de kilómetros hasta que, tras un cambio de rasante, vemos a nuestra izquierda el carril que se adentra en la sierra. Tomamos este camino y tras recorrer los primeros 300 metros nos encontraremos una explanada a la izquierda ideal para dejar el coche pues el sendero empieza justo enfrente. Será fácil de ver pues está señalizado.
Comenzamos la ruta tomando el sendero que se adentra en la sierra, iniciando esta primera parte de recorrido más suave. Nuestra primera sorpresa ocurrió casi de inmediato, al comienzo de la ascensión, cuando justo por delante de nosotros se cruzó un grupo de cabras montesas compuesto por tres ejemplares hembras y dos cabritos. Sierra de Lújar es un magnífico paraje para ver a estos preciosos animales en su hábitat, siendo fácil encontrarlos y fotografiarlos. Tras este sensacional encuentro seguimos subiendo y al cabo de 20 minutos ya teníamos una hermosa vista sobre el pueblo de Órgiva, su vega y el valle del río Guadalfeo. El blanco del pueblo contrasta con el verdor del olivar circundante y los múltiples cortijos de labranza que están diseminados por el valle, haciendo de esta panorámica un bello recuerdo que perdurará en nuestras retinas largo tiempo.
Continuamos el sendero departiendo alegremente a la par que éste se endurecía bajo nuestros pies. He de decir que durante esta parte del recorrido nos encontramos con tres bifurcaciones. Siempre tomaremos la de nuestra derecha, que es la que felizmente nos conducirá hasta nuestro destino final. Andando a buen paso y disfrutando de las vistas, casi sin darnos cuenta, llevamos como una hora de caminata y, de pronto, el sendero adquiere una pendiente con un desnivel muy pronunciado. Esta es la parte más dura del recorrido pero también la más corta. El sendero se hace interminable bajo esta pendiente de locura y el corazón nos late a mil por hora pidiendo por momentos unos segundos de descanso. Cuando parece que ya todo acaba… No. El sendero gira a la izquierda iniciando la última subida hasta que, finalmente, viene a morir al pie de un mirador al borde del carril. Esta última parte de la subida se nos ha hecho larga y penosa pero ha merecido la pena. Cuando se llega al mirador, las sensacionales vistas y la sensación de autorealización por el esfuerzo realizado, hacen que todo haya merecido la pena. Derramar la mirada por el valle del Guadalfeo con Órgiva como punto central y Sierra Nevada y el Veleta como telón de fondo consiguen que el cansancio pase a un segundo plano. Todo el esplendor de La Alpujarra se nos abrirá ante nuestros ojos desde esta privilegiada atalaya desde la que se ven algunos de los pueblos de la comarca como Lanjarón, Órgiva, Cáñar, Carataunas e, incluso, en la margen derecha a lo lejos el Valle de Lecrín.
Tras este merecido descanso después de recrearnos con las vistas y refrescarnos un poco con agua y fruta fresca iniciamos el descenso. Esta parte del recorrido es ya un paseo muy liviano pues bajamos por el carril que serpentea por la montaña. A nuestro paso encontramos una antigua edificación minera. Se trata de un conjunto de edificios compuesto por duchas y talleres mecánicos. Se encuentran en un estado de conservación bastante bueno, incluso se pueden ver los fosos desde los que se arreglaba la maquinaria de trabajo de las minas. Esto nos da una idea de la floreciente industría minera que tuvo Órgiva durante el pasado siglo.
El carril nos deja al pie de donde comenzamos el ascenso tras una bajada de unos 45 minutos. Por cierto, no nos dejó la bajada sin una última sorpresa pues a nuestros pies “saltó” una banda de perdices. Especie éste que abunda en estos montes y es trofeo codiciado por los cazadores de la zona.
Para acabar quisiera dejaros un par de consejos. Esta ruta no es apta para realizarla con niños pequeños pues la subida, especialmente la parte final, es durilla y para ellos puede hacerse imposible. Para personas que no estén acostumbradas a andar lo ideal es hacer la ruta al revés, es decir, hacer la ascensión por el carril de vehículos, haciéndose la subida mucho más leve y bajando por el sendero. De este modo, suavizaremos considerablemente la dureza del recorrido. Igualmente, para los más intrépidos y andarines, les puedo recomendar que cuando lleguen al mirador no se queden ahí. Se puede seguir subiendo por el carril hasta llegar a las bocas de las minas, algunas de ellas abiertas aún.
Con esto me despido. Nosotros nos lo pasamos fenomenal la mañana del domingo haciendo este sendero os animamos a probarlo porque seguro que os va a encantar.
Os dejo también un mapa con el trazado de la ruta y su ubicación con respecto a Órgiva:
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